lunes, 20 de junio de 2011

PRIMER PARCIAL

El papel del docente en la formación de la conciencia ética
Vivimos una época de cambios sociales y económicos, en la actualidad la violencia es el tema diario en la mayor parte de nuestro país, diversos sectores se pronuncian buscando causas, tratando de dar respuestas y surgen explicaciones diversas al respecto, causas políticas, económicas o sociales, pero finalmente tienen un punto de encuentro la falta de valores que se traduce en actos carentes de ética en los diversos ámbitos.
Vivimos en un mundo de dualidades, amor y desamor, luz y obscuridad, positivo y negativo, valores y ausencia de ellos, diariamente convivimos en ámbitos diversos, familiares, sociales, profesionales, interactuamos con muchas personas a veces superficialmente otras tantas logramos establecer lazos afectivos, pero siempre requerimos de una comprensión entre humanos, ya sea de manera individual o grupalmente, para ello se establecen “conexiones” que involucran comportamientos, actitudes y valores que inciden en el comportamiento armónico, funcional y socialmente aceptado.
Al hablar de ética se remueven una serie de procesos cognitivos y afectivos, se involucran diversos conceptos; valores, actitudes, procesos conscientes o inconscientes, voluntariedad o falta de la misma, surge entonces la duda en qué momento de la vida se establece un primer contacto con la ética y cuando se pierde pero sobre todo porque llega a perderse.
Cuando se hace alusión a la ausencia de la ética, generalmente se parte de un presente, cuestionamientos o respuestas de la sociedad o entornos de vida y es entonces cuando buscamos respuestas en el pasado de los protagonistas ya sean personas o la sociedad misma.
Los que hemos experimentado la fortuna de trabajar en los distintos niveles de educación nos hemos enfrentado a situaciones que despiertan este interés en la búsqueda de respuestas, los niños pequeños copian tareas, copian respuestas de los exámenes de sus compañeros y nos preguntamos ¿es una reacción natural? o están imitando acciones de los adultos que les rodean, entonces el cuestionamiento va más allá, le ética se enseña o se aprende por imitación.
La formación académica es una preocupación fundamental del sector educativo, los diversos programas de educación establecen claramente los objetivos a alcanzar, describen el perfil que se busca en los alumnos que egresan de determinado sistema, incluso los nuevos programas establecen la inclusión de la formación valoral de manera transversal con los objetivos académicos, los cual refleja la preocupación por incluir este aspecto en los programas curriculares.
Los alumnos pasan casi la tercera parte del día en las aulas conviviendo con el mismo grupo de personas, de ahí la oportunidad de establecer el desarrollo de valores mediante el trabajo colaborativo, por medio de él se establecen relaciones cognitivas y afectivas que permite desarrollar actitudes, habilidades y destrezas además de los conocimientos mismos, he aquí la oportunidad que tiene el docente de establecer dentro de sus planeaciones objetivos definidos y actividades claras para desarrollar valores específicos en cada una de las actividades dentro del aula.
El núcleo familiar es el primer modelo de formación, los pequeños crecen rodeados de acciones que finalmente son su realidad, algunas veces los padres realizamos actos implícitos y verdaderamente preocupante cuando éstos se expresan de manera explícita, carentes de comunión social, el proceder a veces no va acorde a los principios socialmente aceptados incluso llegando a obligar a los hijos a realizarlas con la finalidad de obtener logros aunque sean fortuitos, los enviamos a “cobrar” a la sociedad o a la vida misma aquello de lo que creemos fueron víctimas circunstanciales. La dificultad económica nos ha llevado a aceptar como válido y hasta justificado adquirir productos “piratas” o lo que es peor robados, con la justificante que el nivel económico que viven es causa de terceros.
Los alumnos pasan casi la tercera parte del día en las aulas conviviendo con el mismo grupo de personas, de ahí la oportunidad de establecer el desarrollo de valores mediante el trabajo colaborativo, por medio de él se establecen relaciones cognitivas y afectivas que permite desarrollar actitudes, habilidades y destrezas además de los conocimientos mismos, he aquí la oportunidad que tiene el docente de establecer dentro de sus planeaciones objetivos definidos y actividades claras para desarrollar valores específicos en cada una de las actividades dentro del aula.
Los pequeños entonces realizan acciones equivocadas bajo la justificante de que sus padres “lo hacen” o simplemente que “siempre lo han hecho y no pasa nada” surgiendo entonces el enfrentamiento de actitudes en el medio escolar con el consiguiente desconcierto actitudinal entre lo que es su forma de vivir y lo que debiera ser en una sociedad.
No cabe duda que los maestros tenemos doble responsabilidad, como adultos y como educadores pues nuestro diario proceder se convierte en un modelo a seguir, las acciones, la forma de hablar, de conducirse incluso de vestir, desafortunadamente no siempre somos consientes de ello y proyectamos una imagen no deseable como modelo en la sociedad, aunado a esto es importante señalar que en el aula escolar convivimos personas que provenimos de núcleos familiares diversos, con valores éticos y morales distintos, entonces la actividad formativa se complica al tratar de señalar principios distintos a los que han vivido en el entorno familiar de procedencia.
El ámbito profesional no está ajeno de situaciones carentes de ética, basta con mencionar una situación publica que se vivió hace algunas semanas en la Universidad Pedagógica Nacional donde se anunció la presencia del Maestro Gardner en un simposio, ante la ausencia del conferencista en el evento una de las organizadoras que se dijo su alumna y amiga leyó un supuesto mensaje que envió, inclusive fue publicado posteriormente en las memorias del evento, días después el propio conferencista publica un comunicado negando incluso que se le hubiera invitado y desconociendo cualquier relación con la Dra. Dzib, toda esta situación vergonzosa fue publicada en medios nacionales impresos y televisivos dejando en evidencia la falta de ética en alguna de las personalidades involucradas, pero que definitivamente dejaría daño a la Institución, cierto o no, justificado a o no quedó evidenciada la falta de ética profesional.
A propósito de lo que Rojas Soriano menciona en su escrito “el hecho de plagiarse los planteamientos de un autor constituye un acto de deshonestidad intelectual, ya que no se proporcionan los créditos a los autores” quiero hacer referencia a un hecho personal; durante algunos años trabajé en una publicación que consideraba especial, una recopilación de estrategias especificas para niños hiperactivos, busqué a un editor (compañero docente de la Universidad) bajo la promesa de dar los créditos correspondientes, debo aceptar mi “poca malicia” o quizá el desconocimiento me impidió tomar las medidas pertinentes y respaldar mi trabajo de autor, cuál sería mi sorpresa que hace algunas semanas al tratar de registrarlo me encontré con la noticia que ya estaba a nombre de una editorial española a la que le fueron cedidos los derechos por un mexicano y ni siquiera tuve la intención de discutir y además ¿qué discutiría?, lo que debo mencionar es precisamente el sentimiento de despojo que queda en una persona víctima de situaciones carentes de ética, pero en el trasfondo surge la interrogante ¿a quien responsabilizar de un actuar desleal?, a la familia, a la sociedad, la oportunidad o simplemente a la necesidad, incluso a mi propia falta de previsión ante este hecho, pero finalmente que ninguna de éstas es una razón válida.
Comparto la reflexión de Edgar Morín quien plantea la necesidad de establecer como indispensables en la educación “siete saberes fundamentales que la educación del futuro debería tratar en cualquier sociedad y en cualquier cultura sin excepción alguna ni rechazo según los usos y las reglas propias de cada sociedad y de cada cultura” sirviendo para esto el medio educativo para enseñar, trasmitir y fomentar los principios éticos del actuar en sociedad.
La “escuela” como lugar de interacción cognitiva y afectiva, permite establecer lazos que pueden traducirse en acciones inmediatas y sobre todo futuras en la sociedad, actos conscientes y comprensiones intelectuales e intersubjetivas aceptadas éticamente, estoy convencida que así como los maestros realizamos planeaciones determinando los objetivos a alcanzar podemos establecer de manera específica el fomento a la comprensión y vivencia de valores más que a la enseñanza y explicación de los mismos, pues queda claro que las vivencias permiten desarrollar un proceso de empatía, tal y como lo menciona Morín en el capítulo de “Enseñar la comprensión” , los maestros podemos fomentar la identificación entre nuestros alumnos, la simpatía y apertura que da la convivencia con generosidad, las acciones pueden dirigirse a la búsqueda de logros académicos y porque no éticos.
La reforma educativa ahora en todos los niveles de educación plantea un excelente marco para ello pues establece como medio de trabajo la colaboración, trabajo en equipo y sobre todo el desarrollo de competencias aplicadas a la vida, por lo que podemos y no solo eso debemos aprovechar los momentos didácticos para desarrollar justamente lo que menciona Morín sobre los siete saberes sino hacer del salón de clase un momento democrático permanente, donde los conflictos de ideas y opiniones se conviertan en hechos vitales productivos en la vida, haciendo de ellos una “batalla de ideas” que desde la simpleza de la individualidad construya una verdadera complejidad social donde se reflejen los derechos ciudadanos y sobre todo los humanos para que se traduzcan en momentos y espacios sumativos de libertades, valores y expresiones éticas en comunidad.
Estoy convencida que cualquier espacio, virtual o no establece momentos que generan interacción por lo tanto hay formación de lazos cognitivos y afectivos que pueden generar hipótesis que a su vez pueden ser investigadas, fundamentadas y analizadas con la consiguiente propuesta de acciones que es finalmente el deseo de un investigador.
El profesor se desenvuelve en un contexto social específico, y no puede dejar de considerarlo, afortunadamente los programas de estudios se revisan constantemente ya que en algunos países son rebasados por las circunstancias del medio social sin embargo las adecuaciones contextuales se dan día a día desde el momento mismo de la planeación, ¿Cuánto tiempo invertimos en agregar a nuestra planeación un valor determinado? ¿Cuánto tiempo (si es lo que nos preocupa) invertimos en incluir en las actividades el desarrollo específico de un valor determinado?. Son un punto de reflexión para decidir de inmediato realizar acciones y ejercer con responsabilidad nuestro papel en favor de buscar una vida integral en nuestros alumnos.
En el proceso de desarrollo integral de las personas, lo más importante son sus valores, el desarrollo y formación de la personalidad ocurre en el propio proceso de enseñanza y aprendizaje, la escuela abre los espacios para vivir, en forma congruente, los valores fundamentales de solidaridad, responsabilidad y compromiso, pertenencia, respeto, entre muchos otros, las situaciones sociales en que las personas viven y se desenvuelven constituyen un elemento esencial en la organización de su vida futura y de ahí la necesidad que el docente sea consciente de la gran responsabilidad que ejerce en esta intervención o la ausencia de la misma, sobre la base de estos supuestos generales puede considerarse las particularidades de la responsabilidad del papel docente al promover el desarrollo cognitivo y de la personalidad de sus alumnos; el conocimiento teórico dará seguridad, da libertad a la hora de la toma de decisiones sin embargo se requieren docentes capaces de seleccionar contenidos relevantes para trabajar aprendizajes significativos, creativos en la elaboración de estrategias de enseñanza-aprendizaje pero sobre todo que ejerzan con responsabilidad su papel determinante en la formación integral de sus alumnos. Al permitirnos, como docentes, vivir congruentemente estos valores y buscarlos al igual que el desarrollo cognitivo en los alumnos nos pone en condiciones de formar integralmente a nuestros alumnos, y quizás también a sus familias, en los valores de identidad, libertad y compromiso, equidad y justicia, solidaridad y congruencia y con ello el logro de una vida integral.












Bibliografía
Basilio, F (2009) La educación en valores y la formación del profesorado, recuperado de internet el 9 de Octubre del 2010, http://www.oei.es/valores2/morillo.html
Morín, Edgar. (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO, Librería El Correo de la UNESCO. Recuperado de internet el 18 de Febrero del 2011 http://cecte.ilce.edu.mx/campus/course/view.php?id=71
Rojas Soriano, R. (1992) “Formación de investigadores educativos””, México Edit. Plaza y Valdés.
SEP, (2009) Reforma de educación básica, recuperado de internet el 2 de Octubre del 2010 dehttp://formacioncontinua.sep.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=78:reforma-integral-de-la-educacion-basica-2009-diplomado-para-maestros-de-primaria&catid=35:novedades&Itemid=110

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